El aprendizaje activo como motor de cambio en el aula

Myriam Villegas es doctora en física. Como docente e investigadora está ocupada y preocupada por indagar el modo en que se desarrollan los mecanismos de enseñanza y aprendizaje en disciplinas como física, matemáticas o computación. ¿Qué pasa cuando nos corremos de la enseñanza tradicional y el estudiante es protagonista activo del proceso? ¿cuáles son las mejores estrategias para enseñar este tipo de ciencias? 

Estas preguntas son las que motivan a Myriam y su equipo de investigación para trabajar con estudiantes de profesorados universitarios que luego educarán a adolescentes en las escuelas de la provincia. La tarea no es sencilla porque los problemas asociados a la educación son múltiples y complejos, y por ello, involucra en esta labor a investigadores provenientes de las ciencias exactas y naturales, pero también a pedagogos y a especialistas en enseñanza de las ciencias. 

¿Cómo se puede definir el aprendizaje activo? “lo esencial es pensar un aula centrada en los estudiantes. El docente es una especie de director de una obra de teatro que trabaja mucho antes para que en el aula quienes trabajen, sean los alumnos”, explica. Tal cometido conlleva desafíos para las instituciones y para el cuerpo docente, al respecto Myriam enfatiza que “este tipo de enseñanza implica romper tradiciones, hacer consciente la enseñanza para pensarla y hacer cambios. Para que haya aprendizaje el docente debe tener un rol de guía, de apoyo, para que ese aprendizaje exista y tiene que estar atento todo el tiempo observando cuánto se aprende”. 

Ahora bien, ¿cuáles son las estrategias de las que se vale el aprendizaje activo? “No se trata de implementar cualquier actividad. Hay mucha investigación sobre cuáles son las estrategias que funcionan mejor que otras. El proyecto que llevamos a cabo también trata de llevar resultados de investigación al aula y de alguna manera observar cómo funciona esa estrategia”, señala. 

El aprendizaje activo se contrapone a la mayoría de métodos de enseñanza clásicos, como el receptivo (en el que los alumnos reciben información sin tener que hacer nada). También se diferencia de otros procesos como la memorización, o el aprendizaje significativo, aunque puede tener relación con este último. Mediante un proceso de aprendizaje activo, los estudiantes adquieren tanto conocimientos disciplinares como habilidades.  

El Aprendizaje Activo requiere que los estudiantes se involucren en su propio aprendizaje y reflexionen utilizando los nuevos conocimientos y habilidades a fin de desarrollar recuerdos a largo plazo y una comprensión más profunda. Esta última también les permitirá conectar distintas ideas entre sí y pensar de manera creativa. Entonces ¿qué estrategias específicas se pueden implementar en la enseñanza de ciencias como la física, la matemática y las ciencias de la computación? “Hay algunas que son comunes para todas las ciencias, incluyendo las matemáticas, y que tienen que ver por ejemplo con cómo se piensa la resolución de problemas y cómo se piensa la estructura de esa resolución de un problema para que haya mayor aprendizaje de la disciplina. En este proyecto la línea de matemática está en un estadio más inicial, nos estamos ocupando mucho en este momento de diagnosticar el aprendizaje de algunos temas. Queremos saber con qué ideas vienen los chicos y cómo es la formación del profesorado; esos son los aspectos que estamos indagando porque cuando miramos el aula son muchos aspectos los que nos generan preguntas. Nos interesa focalizarnos en las ideas previas que traen los estudiantes en ciencia. Nunca vienen como un papel en blanco, siempre traen ideas preconcebidas y el aprendizaje debe partir de ahí. Además, estamos recabando información para saber con qué nivel de razonamiento científico ingresan los estudiantes. Esta información nos da herramientas para planificar qué hacer como docentes”, resalta. 

En la línea de computación también nueva en el proyecto, se está avanzando en la mirada inclusiva de la docencia, una mirada necesaria donde hay mucho para hacer, pensar y preguntar.  Resulta clave para este proyecto en general, articular a nivel institucional para poder tener ese recurso informativo, pero también para que haya una retroalimentación que reditúe en el fortalecimiento de la enseñanza universitaria y secundaria. “Debo decir que nos ha ido bien. Siempre nos han permitido hacer algunas mediciones diagnósticas. Cuando uno habla de enseñanza y aprendizaje el campo es muy amplio; nos interesa ver qué pasa en el aula porque hay mucha investigación y sin embargo cuesta articular lo investigado con la realidad. Nuestro proyecto intenta construir ese puente, aunque no es sencillo transformar los modos en que se imparte la enseñanza, tendemos a repetir las prácticas docentes, a enseñar como nos enseñaron pese a tener estudiantes con otra conformación cultural y social de la que nosotros hemos tenido cuando éramos estudiantes. Han cambiado muchas características de nuestros estudiantes y de su entorno (por ejemplo, su relación con la tecnología), pero a veces el aula permanece igual”, subraya. 

El proyecto pone en evidencia y aporta a la investigación sobre el aprendizaje activo en enseñanza de las ciencias como la física, la matemática y la computación.  Las transformaciones institucionales suelen ser lentas. “Sí, aunque igual en la facultad algo se está progresando. Creo que estas miradas distintas del aula han obligado a más formación docente. Algunos cambios se ven, pero sí, es un proceso lento igual que cualquier intensión de cambio que quieras hacer en educación. Lo importante es hacer y no paralizarse”, remarca. 

“De alguna manera lo que hacemos es un círculo virtuoso de prácticas-reflexión- reformulación que se va mejorando año a año, haciéndonos nuevas preguntas en el proceso. El proyecto empezó hace tres años, este es el último, pero es continuación de proyectos previos dirigidos por el Dr. Benegas, con énfasis en la física, y hemos hecho muchos cambios en nuestras prácticas en estos años.  Hay que medir y observar mucho, no solamente cuánto aprenden los estudiantes de física o matemática, sino además cuánto aprenden de otras habilidades, cuánto aprenden sobre resolver problemas, cuánto aprenden de trabajo en grupo, cuánto a ser independientes”, concluye.

El equipo de investigación liderado por Myriam Villegas se denomina “Estrategias de enseñanza basada en aprendizaje activo para la física, matemática y ciencias de la computación” y está integrado por Julio Benegas (profesor emérito de la UNSL), Mara Verónica Dávila, Mario Rodríguez, Enrique Miranda, Guillermo Lehne, Mariela Zuñiga, Hugo Viano, María Verónica Rosas, María Fernanda Barroso, María Cecilia González, Adriana Arce y Aldo Daguerre.